domingo, 22 de febrero de 2009

Las crónicas anacrónicas del niño zombie

Fotopoesía





Comitán
Ciudad de las flores…


En casa de Alucarda siempre hay una película muy recomendada, un libro a medio abrir, un pedazo de hoja tatuada a la mitad con jeroglíficos extraños y retazos de eso que llama “Acuerdos de poética consensuada” que consiste en una especie de cadáver exquisito (o exquisitísimo como diría ella) aunado con un poco de consonantes revueltas con historias de sexo heteroflexible.

Cierto día de cine gore en 5.1 canales y papas adobadas de peculiar jalapeño ultrapicante fusionado con salsa inglesa y limón, Alucarda en medio de la función se levantó y tomó su cámara fotográfica y comenzó a buscar un encuadre entre sus rodillas y sus pies dejando a los descarnados y malditos muertos vivientes (no quería decir Zombies) brillando frente a mis ojos miopes y torpes.

Yo la veía de rojo creyendo que la había poseído Pazuzu o el mismísimo Satanás.

(¡!)

A decir verdad estoy acostumbrado a sus ataques de peculiar extravagancia, pero esa tarde sólo buscaba relajarme.

Ciniel había desaparecido virtualmente y Alucarda no me ayudaba a tranquilizarme. Se la pasaba extrayéndome las imágenes más perversas y paranoicas que mi cabeza cadavérica podía formular.

Usa un estilo horrible de emplear las palabras asustando a los profanos.

¡Lo juro!

Ojos desorbitados, labios de loca, manos bailarinas…

Tomó su cámara y se puso a fotografiar una esquina de su techo donde estaba una mariposa negra enorme.

“¿Cómo podríamos crear fotopoesía?”

Estaba parada frente a mí con su vestido blanco con olor a sándalo.

(Mis ojos fueron de sus ojos al televisor)

“Tú eres poeta eres ser que crea, creas poesía todo lo que hagas con la conciencia de creación será la mitosis de tu obra poética.
Si buscas fotografía, buscas poesía…
busca un espejo”

(El discurso que acababa de darle con cara de beatnik intelectualoide me había hecho sentir mejor, al menos a pesar de mi tristeza y paranoia podía pensar fluidamente… o eso creí en ese momento).

Alucarda se limitó a sonreir y se quitó sus botas piratitas (porque parecen de corsario no porque sean hechas con piel sintética) y se fue al espejo que tiene a lado de su repisa de ropa psicodélica y se tomó una foto que imprimió muchas veces en su vieja HP.

La película estaba por terminar y después de pegar su retrato tapando la luz que entraba por sus dos ventanas se sentó a mi lado y me mostró su pulsera de tobillos hecha de pequeñas calaveritas.

“Algún día esta baratija valdrá millones, por el hecho de haber estado en mi pie”

“Algún día será Objetopoesía”

(Lo que yo quería era ver en qué terminaba la película)

You keep saying you've got something for me.
something you call love, but confess.

(Comenzó a cantar mientras se ponía sus botitas piratitas)

These boots are made for walking, and that's just what they'll do
one of these days these boots are gonna walk all over yoooooooooouuuuuuuuuuuuuuuuuuu…

Apagó todas sus chunches electrónicas, prendió sus millones de incienso y me sacó casi arrastrando.

“¡Vamos, Saborío, necesito un café!”

No hubo tal, sólo una botella de vino, media cajetilla de sus cigarros denena (como ella les dice) y un libro viejo de Nicanor Parra.

¿Hay futuro después de desperdiciar los pulmones y gastar el hígado en una noche sin sueño con el único fin de terminar una poesía?

Lo hay…

“I´m a king bee”

Alucarda sonreía como histérica…
había tirado su copa de vino tinto sobre su vestido blanco.

Las crónicas anacrónicas del niño zombie

En donde los caniches pastan descalzos (Ausencia)



Día frío de diciembre.


Amanece una vez más
busco en mi bipbip letras…
sólo encuentro ausencias.

Ausencia durmió conmigo…
¡Madrugada acompañada!
sino fue por ella (la olvidada) fue contigo
mi eterna enamorada.

¿A dónde van tus letras cuando
no invaden mis tiempos, mis papeles y
pantallas?

Desde poco antes de estar en este Jardín
me conformo con leerte en pretérito
en archivos viejos de segundos muy lejos,
de momentos pretéritos.

Estés donde estés, te seguiré (tan sólo) imaginando.

viernes, 20 de febrero de 2009

Las crónicas anacrónicas del niño zombie

En donde los caniches pastan descalzos (Antes)

A veces no entiendo…

¿Es que la distancia que tengo entre mi desconcierto y el tuyo es tan grande como el valor del infinito en el tiempo?

De momento parece que todo es incorrecto, de momento no te encuentro o te siento muchos centímetros debajo de mis sueños.

¿A dónde vas cuando no estás conmigo?

¿A quién le fías las maravillas que a mí sólo me sugieres en risas y consonantes?

Quizá después de todo el reloj no camina con el mismo tiento entre tus pies y mis garras.

(Suspiro de interrogantes)

Entre tu Lunes y el mío, hay muchos años de impertinente diferencia.

Sin nombrar la indiferencia…

¿Cómo puedo edificarte un monumento en mi pecho con tanto silencio?

¿Cómo puedo conformarme con tus tres líneas repetidas cuando antes te leía en mil versos?

Antes…

A veces no entiendo por qué el ANTES siempre es el mejor momento.

domingo, 15 de febrero de 2009

L.




Después de enviarme un par de fotos agresivas y groseras con lemas tan peculiares como "Saborío detestable" y "Te odio" la malévola Liz envía esta foto misteriosa con una mirada cínica y sarcástica en la cual nuevamente se vuelve a burlar de mi.

G:L:B

La pregunta

(Esta historia fue escrita por la querida Lilus y quiero compartirla con aquellos ojos con sed de mitologías)




Estimado lector las líneas que a continuación leerás son un esbozo de un hecho sin precedente que tuvo como escenario principal las calles de la antigua Balun Canan. De no haberlo vivido en carne propia, jamás me hubiese atrevido a importunarles con palabra alguna de aquel hecho que hasta el día de hoy me desconcierta al punto de no saber si todo lo vivido después ha sido un sueño. Y sin más preámbulos procederé a narrarle a usted, mi querido lector, lo acaecido esa noche de Noviembre.

La mañana de ese día se nos había escapado intentado encontrar un poblado que se escondía detrás de las montañas que rodean la Balun Canan, exhaustos por semejante proeza el Caballero Ledon y una servidora nos dispusimos a regresar a la civilización. Grande se torno la necesidad de matar el ansia con sorbos de vino que invocamos a nuestro demonio personal para que nos guiara al santuario de Baco, cuando en telepatías advertimos el llamado de aquel que debe ser guardado, era una invitación a la que no podíamos negarnos y de esta manera abrimos paso hasta su presencia; nos escurrimos por las calles que se tornaban grises, y así penetramos por una puerta de la cual colgaba un letrero que nos gritaba a la cara “Vida Disoluta”, allí, en el sitio a donde la luz se negaba a acompañarnos, allí mismo el capitán de un barco sin nombre nos esperaba paciente, con una sed increíble que solo sería saciada con un mar etílico. Se puso de pie, invitándonos a tomar asiento y de esta manera dio comienzo una de aquellas platicas tan comunes sobre hechos extraordinarios y no tan extraordinarios, como por ejemplo, la mutación de preciosas hadas en brujas, el avistamiento de Ninfas o el maldito canto de las sirenas, por lo general a estas conversaciones me mantenía callada, observando cada movimiento, interpretando todo gesto emitido. Al cabo de un par de horas e in contadas botellas, alguno de los presentes sugirió la “magnifica” idea de emprender la retirada, la cual fue tomada en su principio con negación y al final con resignación. Salimos de aquel templo pagano -dedicado a la veneración del alma del vino- aún de pie y en nuestros cinco sentidos, con cada paso dado confirmábamos nuestra asistencia a los funerales de la noche, revestidos de misterio, asechados por el delicioso sabor nocturno, mezclado de ese vaho espiritual que solo pertenece a los seres de nuestra clase, a esas desdichados criaturas errantes.

Raúl, el psicólogo de cabecera, se tambaleaba de aquí para allá, era incapaz de recordar en que consistía la hermenéutica Socrática, y yo que era la única que aparentemente conservaba intacta sus facultades, tanto suficiente como para guiarles hasta el hogar, cual Virgilio acompañando a
Dante al foso oscuro, seguía sus pasos como si en vez de tener un cuerpo mi ser solo estuviese dotado de una sombra taciturna. Alrededor de las cuatro de la mañana y después de intentos frustrados de suicidio (Valga la pena hacer mención que caminar en compañía de estos seres ya constituye en si una muerte prematura) llegamos al parque de San Sebastian, y allí acogidos por el frío, fue el lugar que El Mayor Saborió había seleccionado para referirnos una acotación mordaz sobre la cual me he volcado a reflexiones durante mis momentos de ocio, rompió pues el silencio y le oímos decir de súbito golpe “Al emerger el crepúsculo matutino hay un minuto en que las aves guardan silencio. En ese instante ellas pueden contestar a cualquier pregunta formulada” No podíamos creer semejante cosa y nos botamos a la carcajada, creo que el también lo hizo, seguros estábamos que el alcohol le había trastornado hasta el punto de volverlo además de poeta, truhán, bribón y fanfarrón en un mitómano de primera.

Seguimos pues avanzando, aun nos quedaban infiernos a los cuales descender y en breves minutos aquel comentario había sido olvidado de nuestra reminiscencia ambulante.
Uno a uno fue hallando consuelo al duelo nocturno en el lecho del hogar, hasta que solo quedamos El Mayor Saborío y yo. Le acompañe hasta la entrada de su sepulcro personal; mi boca comenzó a balbucear palabras absurdas que no se coordinaban en nada con la razón, quizás era el poderosos preparado que había ingerido, quizás el sueño, quizás el amor, pero el no escucho (esta un poco sordo y además es tuerto) y al cerrar su portón de nuevo me halle sola, emprendí la retirada algo mortificada por la inoportuna desaparición de mi tan singular verborrea. Era tanta mi rabia que me fui desprendiendo de cada unos de mis fantasmas dejándolos olvidados en aquellas calles desvestidas de colores.

Nuevamente me halle en el parque de San Sebastian abatida, me recline en una banca fría, perdida en medio de una tormenta de reclamos, tanto así que no había notado que los Cuervo comenzaban a prepararse para un nuevo amanecer entre chillidos y aleteos, me había perdido en la inmensidad del firmamento y cuando baje la vista y regrese al mundo terrestre note que un bulto oscuro remontaba la colina y avanzaba con dirección mía, parecía que levitaba, un miedo me recorrió de pies a cabeza y al cabo de unos cuantos segundos pude distinguir claramente a aquella extraña criatura que tenía la apariencia de un hombre y sin embargo me sonreía como solo lo hace un demonio (Confirmado). Bruscamente apresuro la marcha y ferozmente me embistió, cogiéndome por el cuello con sus manos fría y elevando mi cuerpo unos centímetros por encima del suelo, apretaba tan fuertemente que escuche provenir de mis adentros un chasquido, seguramente mis huesos habían sucumbido ante la fuerza tirana, la criatura o bien demonio, del cual me apena mencionar, me pareció en tan exquisitamente deliciosa, me observaba a los ojos como quien observa un precioso juguete, y al no comprender como funciona le arroja bruscamente, me lanzó contra las puertas de la Iglesia y de esta manera perdí el conocimiento, dentro de aquel sopor ,en el que me halle de momento, escuche un jadeo y con toda la fuerza que logre reunir abrí los ojos por última vez en esa larga noche para ver como esa criatura infernal mordía vorazmente mis pechos, levanto la cabeza al notar que me hallaba de momento contemplando aquel espectáculo, y dejando el oficio emprendido se acerco hasta mi oído para recitarme las siguientes palabras “Háblame al morir el alba, Que tu voz sea la del sueño, Que tus manos sean la brisa, el invierno, Crucificado al libro en tu memoria. Ego Sum imperatus morteeeeeeeeeee” y me arranco de un beso, en el cual clavaba su dientes y manaba la sangre sobre nuestras ropas el último aliento. El silencio se hizo, inundo todo con su nítido espectro. Una gota de agua callo al suelo y recordé lo que Saborío había mencionado horas antes, más de entre el follaje de los árboles una multitud de voces al unísono prorrumpieron… “Nunca más” ¿Acaso era el mismo Poe que veía morir a Leonora? El sueño de los justos me tomo y me perdí entre sus pliegues.

Los asiduos feligreses que asisten al llamado matutino de misa me encontraron. No sé si eran los golpes o quizás algo que jamás lograre comprender, pero puedo jurarles que yo sentía quemar mi cuerpo en el preciso instante en el que el párroco del pueblo me introdujo en sus aposentos, haciéndome un debido interrogatorio ante las circunstancias tan extrañas en las que había aparecido.

Tiempo después todo tipo de personas me visitaron, algunos por pura curiosidad, otros más preocupados por mi estado de salud. Un mes después de tan afamado acontecimiento El Mayor Saborío se digno a visitarme, debo confesar que el fue el único en aquel tiempo que supo detalladamente lo acontecido después de nuestra despedida. Cuando hube finalizado el relato me pregunto algo intrigado que qué era aquello en lo que pensaba antes de que se escucharán aquellas voces decir “Nunca mas”, me entrego una mirada que se me antojo la más grande de las certezas y ninguno de los dos se atrevió a contestar.

Han transcurrido mas de setenta años, todos los que me acompañaron aquella noche ya han perecido a excepción claro, de él y mía. Yo sigo igual, sigo tal cual, quizás un poco más vieja y sin embargo mi cuerpo se halla tan perfectamente lozano.
Noche a noche camino por el viejo barrio, esperando una y otra vez su llegada, pero nada sucede, solo al morir el alba puedo oír esa carcajada diabólica que me estremece hasta la locura y automáticamente recuerdo la pregunta que me formulaba en el instante en que la criatura de mis sueños me estrujaba… ¿Acaso moriría?

Lilus RC

domingo, 8 de febrero de 2009

Las crónicas anacrónicas del niño zombie

En donde los caniches pastan descalzos (De amores y peores…)

“No quiero soñar mil veces las mismas cosas…”

En cuestiones de faldas, besos y corazón siempre me ha tocado ser el peor espectador, he tenido los segundos más atentos ante los ojos de las viudas que me han regalado sus peores tormentos.

Cada una de las damas que han caminado a mi lado me ha dejado anonadado por una, dos o mil razones.

Pintoras, bailarinas, científicas, cantantes, fotógrafas, pedagogas, diseñadoras entre otras aún peores.

No han sido muchas…

Pero en cada una de ellas ocurre una similitud peculiar de la cual no me había percatado hasta que una noche borracha en Comitán, Tania me hizo ver la familiaridad en el asunto.
En cada relación se repiten elementos de forma constante:

1.- Amigos íntimos de la dama en cuestión que terminan odiándome a muerte por el mero hecho de quitarles a su amiga.

(¿Amiga?)

Generalmente mis compañeras Saborianas han decidió abandonar la compañía femenina por lo cual el 98% de sus amistades son caballeros de los cuales el 70% están enamorados en secretonotansecreto de ellas un 18% de ex novios que aún tienen contacto con ellas y las acosan brutalmente para volver.

Queda un 10% de amigos desinteresados y que para variar son virtuales y me quieren conocer.

(…)

El 2% de sus amistades femeninas son muy amenas conmigo pero están en cuenta regresiva esperando el momento en que la chica les presente al siguiente galán puesto que:

2.- Otra característica peculiar es que mis viudas han sido de “ojitos muy alegres” y la coquetería extrema les ha hecho tener un paquete variopinto de galanes.

(Ellas conocen todo su historial sexosatánico)

3.- Amigos gays que me odian o me ofrecen descaradamente sus cuerpos sudorosos y concupiscentes.

4.- Mis viudas son depresivas, decadentistas, cuasi emos y bipolares.

(Una que otra tiene la filia de cortarse el cuerpo o ingerir aspirinas en cantidades obscenas)

5.- Son escritoras nóveles.

6.- Tienen problema con su padre y una relación muy fuerte con su madre.

8.- Sufren problemas nerviosos similares a los míos.

9.- La celotipia es su bandera favorita.

10.- Odian a Male.

(porque se sienten menos)

11.- Me han dicho que no les gusta bailar en lo más mínimo y a final de cuentas resultan ser grandes bailarinas que van desde la marimba al psycho.

(La bailarina de salsa si me lo dijo desde el principio y de igual forma yo le dije que no bailo ni un carajo.
Creyó que bromeaba)

12.-Son solitarias.

13.- Se excitan con los chicos malos y/o músicos.

14.- Tienen alta tolerancia a lo grotesco.

15.- Ellas dicen ser el caballero de la relación

16.- Algo ninfómanas

Mientras recuerdo algunas similitudes recordaré algunos happenings extravagantes:

Fulana A tirada en el suelo convulsionándome con un supuesto ataque cardiaco pidiéndome que le introdujera sus pastillas a unos costados de la lengua.

Estábamos en una fiesta en mi departamento y se puso histérica enfrente de todos, al final comenzó con sus ataques jurando por su Dios que se moría.

Fulana B me quita a la fuerza el celular y con una pirueta envidiable se esconde bajó su cama para poder husmear en paz.

(No encontró nada)

Fulana C corre tras de mí (sí, literalmente corriendo) vociferando maldiciones mientras yo trato de escapar agarrándome el sombrero cual Indiana Jones comiteco.

(Me atrapó frente a la estación de autobuses Cuxtepeques)

Una noche llevé a fulana D al departamento que compartía con mis colegas y estaba de visita la tía Silvia (quién tiene mi edad) y al verla la saludé muy afectuosamente. Fulana D en la habitación me aventó un libro y me dijo:

“¡Eres un desgraciado, nada más me traes a tu casa para restregarme a tus viejas!”

Y yo le dije:

“¡¡Es mi tía!!”

Ella dijo:

“¡Asi les dices a todas, ya me voy a mi casa!”

Eran las once de la noche y ya no había transporte para que se fuera pues vivía en un pueblo a 32 km de Tuxtla.

(No se fue.)

Fulana E rompió las fotografías en donde salía una amiga que le caía mal pues pensaba que teníamos algún romance lo cual era falso pues era novia de un amigo mío.

(Esas fotos eran parte de mi calificación del taller de fotografía)

Fulana F tirada en la colchoneta con un vestido de novia y maquillada como muerta haciendo un monólogo del día de nuestra boda.

Hay todo un mundo de performances psicodélicos para compartir.

Nota:

El orden de las fulanas no altera el producto.

¿Por qué que siempre caigo en la misma trampa?

A final de cuentas el amor más puro y desinteresado me lo dan aquellas con las que no comparto lo que quisiera por estar perdiendo el tiempo con quien no debiera.

Siempre con la esperanza de algo mejor que al final termina peor que la vez anterior.