sábado, 29 de octubre de 2011

Ruego

Ruego a Dios que mis genes no te quiten

la cordura, que no te hagan loquita,

que te regalen arte, que no maten

las sonrisas, que no te hagan fresita.


Ruego a Satán que tengas muchos novios

(con la condición que sean buenos bardos)

que no bailes al son de los vicarios,

que no dejes mis brazos estirados.


No sucumbas ante aquella demencia

de la literatura exagerada,

no te olvides de la poesía sagrada


que la imaginación ya es tu herencia.

Ruego a ambos que tu nombre rime en verso

con todo el corazón del universo.

Los recuerdos de las noches más bellas

El valsador perdió el ritmo en tu cuerpo,

el cantor se olvidó de sus canciones,

el poeta escribió un poemilla tuerto

y yo perdí el pudor en tus faldones.


Apuntalo tu mano en mi bragueta

y tus labios me pintan colorete

sin julepe ni esfuerzo en la banqueta

que media entre tu cuerpo y mi estilete.


A la mademoiselle lo que pida.

Esta noche seré el esclavo justo

que te dará el orgasmo de tu vida.


Al despertar seremos como el basto

universo que esculpe con estrellas

los recuerdos de las noches más bellas.

viernes, 28 de octubre de 2011

Allisonarte

A ti que te anunció aquel viejo brujo

con su mazo de cartas milenarias.

A ti que te bendijo aquel influjo

de un chamán maya envuelto en hojas sabias.


A ti que eres milagro irrefutable

de un acto bautizado psicomagia.

A ti mi Dulcinea en pañal amable.

A ti mi luna rojita de Extranjia.


A ti que alumbrarás los universos

con el peso pesado de tu arte.

Te juro que no dejo de soñarte,


Imaginarte, crearte, recordarte,

Invocarte, gritarte, molestarte…

pulirte una corona con mis versos.

Cantando y escribiendo

No es por aquel Violante que te escribo

cada noche un soneto saboriano.

No es por aquel tunante que derribo

sílabas con el ripio del fulano


con ínfulas de poeta a lo Quevedo,

Sor Juana, Shakespeare o Sir Sabina

el viejo cantor de Úbeda con credo

en bragas y rubores de arginina.


Escribo porque siento en el tintero

(hambriento) palabras despertando

de su agónico barco jinetero.


Escribo porque tienes piel de musa,

porque quiero pintar bajo tu blusa

un corazón cantando… escribiendo.

jueves, 27 de octubre de 2011

Allison


Allison eres parte de la sangre
que apoltrona la vida en mi osamenta.
Eres como un poema del vinagre
de mi alma vagabunda que te canta.

Que te invoca en la luna de mi noche.
Que te escribe en la rambla de tus ojos
un soneto encantado del fantoche
de tu padre que te grita de lejos:

Me baño con aroma de tus huellas
y aún describo tu bella sonrisa
como el canto del pájaro en la brisa.

En sueños caminamos de la mano
y te enseño a leer en las estrellas
el camino de vuelta a mi lado.

La deliciosas piernas de la puta muerta

Al volver del bar me encontré sobre mi cama a una dama muerta. A juzgar por la ropa tirada en el suelo era una de esas chicas que venden sus caricias en alguna esquina o burdel.

Yo estaba borracho y tenía mucho sueño, había bebido un tequila de deplorable calidad y mi estómago parecía una bomba a punto de estallar. Necesitaba acostarme y dormir.

Me aproximé sigilosamente al cadáver y lo tomé de los tobillos para arrastralo fuera de mi cama. Mientras la deslizaba me fijé que la dama no estaba fea. Tenía un ojo de vidrio, los dientes amarillentos, el cabello rubioxigenado lleno de raíces negras, el cuerpo pálido lleno de estrías, los senos flácidos, el vientre abultado y las piernas deliciosas.

¡Qué hermosas piernas!

Comencé a acariciarlas y sentía una emoción excitante sin embargo, no era suficiente.

Comencé a apachurrarlas y sentía una excitación delirante sin embargo, no era suficiente.

Comencé a olerlas y sentía un delirio desesperante sin embargo, no era suficiente…

¡Qué desesperación!

En ese estado de efervescencia comencé a darle mordidas y poco a poco le fui arrancado pedazos de carne que inundaban mi paladar con un delicioso sabor a mujer. La sangre acariciaba mi lengua y los trozos de carne cruda navegaban entre mis saliva y mi excitación.

¿Cómo diablos habrá llegado esta delicia a mi habitación?

Devoraba con placer aquel banquete delicioso mientras me iba desnudando. Maribel me había dicho que había leído en una revista que la ropa es una fuente de cáncer de piel. Desde entonces trataba siempre de estar sin rastro de tela sobre mi cuerpo.

¡Que frío!

Mentras comía fui observando que algunas cosas en mi habitación habían cambiado. Alguien había colocado una horrible imagen de Cristo en una pared, las botellas de vino en mi tocador no estaban, el clóset no era el que tenía cuando salí al bar, y había mucha ropa de mujer dedicada al arte de la putería.

Me levanté asustado y salí a ver el número de la puerta, era el 34.

¡Joder!

Yo vivía en el 33.

Me vestí rápido y me iba a largar cuando recordé aquel delicioso manjar.

Como pude arranqué unos deliciosos trozos de carne y los envolví en una sábana. El aroma era delicioso, no sabía que la vecina estuviera en tan buen estado. Tampoco sabía a lo que se dedicaba ni que diablos le había ocurrido para que la muerte la dejara en ese estado tan pálido y ausente. Callada y dolorosa… bla bla.

Me fui a mi habitación y vi mi cama vacía. Guardé mi botín en el refrigerador y me adomodé plácidamente en mi colchón. Ya casi eran las 6 y odio dormirme cuando ya salió el sol.

Esa noche soñe que conducía un coche vestido de astronauta y que el camino estaba inundado de plantas carnívoras y clítoris espaciales.

Juro por Dios no volver a tomar cualquier tequila barato.

Sin mucho tino

Bebí de la botella de tu boca

los versos de amor más hermosos, dulces,

tiernos, perversos, duros como roca.

Bebí tanto licor de mieles dulces


que perdí la noción de aquel espacio

cabrón y solitario donde el eco

es la voz que platica tan despacio,

que este tu corazón se escucha hueco.


Me emborraché de ripios, maleficios,

cantos y personajes fantasiosos.

Y aprendí la emoción de aquellos labios


rubicundos que hablaban en hermosos

dialéctos quejumbrosos. Bebí el vino

argento del amor sin mucho tino.