sábado, 26 de septiembre de 2009

Ecos



I

¿Por qué?
Resuena el eco con la misma interrogante:
¿Por qué eres tan arrogante?

¿Por qué?
Recapitulando heroicas hazañas:
He tocado mil veces a tu puerta sin obtener la mínima respuesta.

¿Por qué?
Adjudicándole obligación a la pasión:
A mi diestra debes estar para ocupar el lugar de mi amante.

¿Por qué?
Ganando enemistades por no cumplir con la rutina.
¡Me dejaste esperando en la esquina!







II


Resuena el eco con la misma respuesta:

Porque
no me ha parecido interesante.

Porque
no me gustan los visitantes.

Porque
no quiero sentarme en tu mesa.

Porque
me da asco y me estresa.

Advertencia

"Es como cuando estas en un bar y vas al baño, les dices:
Voy al baño y cuando regrese mas vale que le hayan puesto muchas drogas a mi bebida"

_Tushka

Al final...


Gracias por todo Jose y Enrique.

Que muestre toda la banda su identificación

Poliforum mesoamericano, Tuxtla Gutiérrez.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Wendy

Siempre mantiene la ventana abierta para Peter Pan.
No puede buscar entre sus piernas el punto del pecado,
la rosa del mandado y alivio al corazón.

Arde la piel sin otra piel
arde la voz sin grito
ni rito de gozo ni pasión.

Siempre mantiene la ventana abierta para Peter Pan.
No puede contra años de beata educación,
de monja nunca ha tenido la intención.

Una sombra en la balaustrada
se escurre como serpiente.

¡Una silueta parada en su balcón!

No es el niño fauno
sólo la sombra de su perversión.

martes, 22 de septiembre de 2009

Elektra

Su padre estaba frente a ella sorbiendo con desesperación la sopa en su cuchara,
devoraba trozos enormes de pan y se limpiaba las muelas con el dedo pulgar.
Tenía la nariz sudada y la camisa manchada.

¡Eres una puerca por quedar embarazada!

Cogió el tazón y bebió lo que quedaba de sopa.
Se desabrochó el cinturón y se reclinó en la silla viéndola con desprecio.

¡La culpa la tiene tu madre por enseñarte a andar con la cara como payaso y vestida de puta!

Bebió todo su jugo de sandía y se limpió la barbilla con la manga de su camisa.
Hizo estallar un largo y estruendoso eructo.

Se levantó acomodándose el pantalón.

¡Pendeja!

Se tragó las lágrimas y no se atrevió a decirle que no había tenido ninguna experiencia ajena y que ese hijo era de él.

La soledad no se cura con soledad

La soledad es el silencio que duele.

Vivía en una casa enorme en dónde sólo su eco y el espejo le correspondían el saludo.
Ni los amigos de infancia que en fin de semana la buscaban para beber en su casa ni sus tres hermanas podían quitarle el peso de un silencio que no se apartaba.


La soledad colecciona lágrimas en una vitrina de cristal.

Antes de dormir abrazaba al osito que dormía en su cama y su felpa era el escondite secreto de mil lágrimas que nunca se evaporaban.



Sus relaciones no eran lo más acertadas, buscaba siempre la patraña, el bolsillo lleno y la apariencia impecable. Entre tanto plástico no encontraba manos que le dieran la caricia con agrado y cuando las encontraba su humor las ahuyentaba de su lado.



La soledad es el dolor que se calla.

Borracha se sentía divina aunque al otro día entre latas y basura no hubiera nadie que le ayudara con la resaca.
Jamás le contó a nadie el vacío que la atormentaba.


La soledad envenena la personalidad.

Su hermana mayor harta de sus críticas prefirió omitir sus palabras.
Le dio la espalda.

Su hermana menor cansada de escuchar los mil defectos de su esposo y las mil y un formas de educar a sus hijos prefirió verla sólo los días de fiesta.
Nada más.


La soledad es la peor consejera.

Era tanta la necesidad de cariño que terminó casada con un niño que conoció perdido en el mar.
Él logró conquistar a una mujer entrada en edad y ella logró conseguir a un crío para domar.


Duraron el tiempo necesario para hacerse odiar.
Tarde aprendió que la soledad no se cura con soledad.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Tengo una rutina vespertina para amarte (memorias de una dama)

Te veo partir desde mi ventana.
Los restos de tu saliva sobre mi piel me cubren del frío y disimulan mi desnudez.
Aún me escurre por las piernas el fruto de tu vientre.

Te veo partir desde mi ventana.
Te vas como si nada al mundo de rutina vespertina dejándome como una perra abandonada a la orilla de la nada.

Te veo partir desde mi ventana.
Me queda sólo un par de billetes de cien para cortarme el cabello y ser idéntica a tu madre.

Te veo partir desde mi ventana.
No me importan las miradas de la vecina ni los apodos que me grita por puta y concubina.

Te veo partir desde mi ventana.
Tu saliva se seca y tu semen me pica.

Te veo partir desde mi ventana.
Te odio por enamorarte de mi hermana.

Te veo partir desnuda desde mi ventana y no sé si volverás mañana.

lunes, 7 de septiembre de 2009

De cómo se termina un martirio

Despertó con la melancolía de siempre.

Para joderla aún más aquel maldito cabrón roncaba más allá de los límites de la razón.

A sus veintiún años aquél cazador de viudas ya tenía un humor de la mierda.








Humor de la mierda si se peleaba con su padre,

humor de la mierda si le dejaban mucha tarea,

humor de la mierda si tenía hambre,

humor de la mierda si la ducha estaba fría,

humor de la mierda si el celular de ella sonaba,

humor de la mierda si no le remuneraba lo que le pedía,

humor de la mierda si el puto sol no salía.








Despertó paladeando el odio.

Cada ronquido de aquel cabroncito era una invitación al delito.


Se levantó con sigilo y fue al buró magenta a buscar bajo las prendas aquel revolver que guardaba con tanto cariño.








El gatillo le dio el privilegio de no volver a escuchar esos putos ronquidos.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Se conocieron en un recital poético




Ella estaba sentada.
Tenía las manos bañadas en sangre por el ramillete de espinas que llevaba como ofrenda a la mujer poeta.
Reposaba la mirada sobre sus pies desnudos mientras acompañaba la métrica poética con rigurosa pleitesía.



La vio.
Desde su butaca olfateó el olor de su sangre y con el sigilo característico de los muertos se levantó para ir en busca de su alimento.
Se paró frente a ella con absoluta soberbia.



Lo vio.
Parecía un niño apenas unos años mayor que ella.



Intermedio.
Con la timidez de infancia que después de tanto tiempo no olvidaba pero con la majestuosidad que dan los años se arrodilló con reverencia y la tomó de las manos.
Comenzó a lamerle las heridas.
La niña comenzó a sentir una excitación muy diferente a la de siempre, sus piernas comenzaban a temblar y sus senos infantiles palpitaban a la frecuencia próxima al pecado.
Comenzaba a exprimirse las manos para darle más sangre al extraño niño que le lamía las heridas.
Cuando no hubo más, aquel caballerito sacó un pañuelo y le limpió con cariño las manos.
Ella se levantó el vestido y con una espina trazó un “Gracias” sobre su pálido muslo izquierdo.
Él lamio su pierna con ternura y después le dio un beso y con la lengua le embarró los labios de sangre.



Se fue.
Tan rápido que ella estuvo a punto de pensar que había sido un sueño, pero la sangre en su pierna, la sensación en sus manos y la humedad entre sus piernas eran los testigos de lo acontecido.



Eterna.
Tenía catorce años cuando entregó su cuerpo desnudo al amor de su vida y se volvió eterna y comenzó a alimentarse de heridas.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Tengo una rutina vespertina para amarte (memorias de una dama)

Carta de un él a una ella.


En cada eco de mis pasos por Comitán está el eco de los tuyos, en cada sombra que construyo en mis paredes está la tuya tan desnuda como siempre.

El recuerdo es la psicofonía de tu cuerpo bailando como serpiente sobre las sábanas, con el rostro perdido en los restos del mar de caricias pendientes.

Cuando tu mente se pierde me vuelve a encontrar en aquel viejo rincón de libros oxidados y es entonces que retorna el amor que jamás habíamos olvidado.

Me gusta saberte indiferente porque indiferencia es la impertinencia que hace del amor un parasiempre.No quiero vivir lo que me resta de vida a tu lado, quiero vivir contigo lo que pueda -¡pero!-

completamente enamorado.



Confío tanto en ti como tú confías en el juramento de amor que todos los días gritas a mi balcón.

Admiro a tus pretendientes por no olvidarte y ser la paja de relleno en esta historia de dos que siempre suman más de cuatro.

Esta tarde te tengo un regalo y podrás tenerlo si aceptas seguir siendo mi justicia poética.

¿Qué dices, seguimos siendo amantes?


Decirte que te amo es inverosímil cuando a cada momento tu corazón sabe que lo hago.

Tengo una rutina vespertina para amarte (memorias de una dama)

Me olvido de ti en las mañanas para no acordarme de tu olvido y así por las tardes -sin temor- poder matarte.
Quiero dejar de verte como un sueño que no invierte.
¿Realmente valió la pena perderme por indecente?

A veces.

Quisiera devorar una vez más los besos que cuelgan de tus labios, beber con sed los suspiros de tu boca olvidando cada uno de tus engaños.
Mi recuerdo entierra tu nombre pero mi cuerpo no miente cuando por las noches me grita que no olvida el olor de tu simiente.