Sabes que estás con un hombre con el corazón partido:
Cuando estás a lado de un viejo amarillento que te paga la bebida, el ruido y la compañía mientras él se fuma un cigarro con su melancolía.
Sabes que es tiempo de huir:
Cuando las luces del tugurio se prenden y los restos del banquete se pierden entre pieles flácidas navegando en vómitos indigentes.
Sabes que hay que partir:
Cuando el hambre te destroza el estómago, la cerveza ya no cura sobriedades y las putas bostezan en un rincón contándose las novedades.
Te sientes sorprendido:
Cuando las putas tienen sueño y tú tienes ganas de algo -más fuerte- que pueda romper el hielo de esa monotonía.
Algo como un buen plato de chilaquiles y una limonada con hielos.
Entonces te llevas al viejo a dormir y tú te vas a tu cuarto de hotel, coges un ordenador portátil y escribes algo sobre la noche anterior mientras comes los restos de una hamburguesa en estado de descomposición.
Perote - Febrero 2007
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