jueves, 5 de marzo de 2009

Un acuse de recibo...

Mery me ha enviado una carta inspirada en alguna noche adulterada, la transcribo por acá pues soy fan de las letras por correspondencia.

D.




Libre te quiero, lejos de esta tierra que llevamos cocida al alma, libre de ti, de tus huesos que atrapan tus pensamientos y no te permiten marchar mas allá de donde te conducen los pasos de la magia; bajo cientos de cielos, a donde el viento del norte solo sabe enunciar nuestros nombres, donde la locura hace su sitio.
Libre como la mar que se expande en la costa, en el margen secreto delinea sus sonrisas ¿algún día las descubrirás?
Te esperare con la carcajada de la muerte, carente de morfina de olvido, sin anestesia que quiero sentirte a piel viva.
Libre de la condición humana, de la necesidad profana, de la ausencia como intermediaria, de la nefasta vigilia que nos atrapa en sus garras.
Estela luminosa, sincronía del tiempo, núcleo de mi centro, corazón en donde me convierto paro cardiaco. Te quiero en lontananzas, dibujando con carboncillo, con mascaras y antifaz, pero sobre todo con libertad. Más allá del tiempo y del espacio.

Mery

2 comentarios:

Alba Rendón-Huerta dijo...

Cuando paso por aquí siempre encuentro letras e imágenes agradables. Gracias Mr. Saborío.

Sgt. Fa

Anónimo dijo...

La Catadora de Sonrisas


13 de Octubre de 2020
La nítida figura se desliza por las oscuras callejuelas de esta ciudad, se le ve silente avanzar entre la multitud, camina con calma, con la frente agachada. Tira de la mano derecha una bolsa negra y bajo el brazo custodia un tesoro, a Moliere impreso en paginas. Los cabellos largos y negros le cubren el rostro, un rostro que no tiene identidad propia, que no tiene ojos, no tiene nariz, no tiene labios, no sabe sonreír. Todos somos esa forma taciturna, todos nos reflejamos.
En esta ciudad las sonrisas perecen nada más al tocar el aire, en realidad en todo el mundo se vive una crisis, parece que están en peligro de extinción. Los que aún conservan en su memoria el recuerdo efímero de una de ellas – así como yo- optan por callar, es mejor en estos días relegar esa parte al olvido. ¡Silencio! La catadora de sonrisas nos puede escuchar.

1 de Enero de 2020
Hoy como todos los días desde que nací, desde mucho tiempo antes, un hombre ha muerto. En realidad mueren cientos, miles, pero para nosotros, los de ahora, eso no importa, eso no interesa, si nos hemos conducido por esta vida observando miles de imágenes, y nada nos conmueve ¿habría de hacerlo un pobre desdichado? Pues permíteme decirte que en esta ocasión no solo lo ha logrado, nos ha conmovido, nos ha horrorizado. Imágenes macabras ocupan las primeras planas de periódicos; un cuerpo sin vida abandonado en una solitaria calle, pero eso no es todo, en su rostro cocida a la piel la huella de una sonrisa. Si, has escuchado bien, una sonrisa, aún existen, creo recordar más sobre ellas.
Maldita sea, quien es aquel que se cree dios y juega con nuestras esperanzas. Somos un mundo que olvida rápidamente y se revuelca en su propio excremento.

16 de Marzo de 2020
Desde el tercer piso del antiguo hospital civil veo fluir la vida de una ciudad que demuestra su fracaso al mar. Desde este punto soy capaz de advertir todos sus movimientos.
Algunos por mi aspecto me llaman pordiosera, pobre muerta de hambre, otros conmovidos por su fluido léxico prefieren el calificativo “indigente”, pero no lo soy, no soy nada de lo que ellos piensan, en eso se equivocan. Lo repito, nosotros los de hoy mentimos con descaro para sobrevivir. Yo solo tengo mi secreto y he de hacer todo por conservarlo así.
Este edificio es mi hogar, resguarda entre sus paredes mi único patrimonio, y me siento tan segura para poder dejar escapar una… sonrisa, que recorra todos los rincones. Ligeia también sabe sonreír, pero ella a diferencia mía, se cree capaz de pasar inadvertida entre los hombres. No se cuanto tiempo pueda seguir así.

18 de Junio de 2020
Ligeia se ha esfumado, la última vez que estuvo conmigo, retamos al destino. Nuestros cuerpos hervían de excitación, clamando un suelo a donde derrumbarnos para desatar los demonios que se entregaban a las más bajas pasiones, pero porque he de llamarles así, si tan solo nos amábamos. Y cuando mis manos acariciaban sus entrañas, las cuales se me antojaban la morada de los dioses, ella no pudo más que soltar una carcajada, la cual unida a la mía, se escapaba de este recinto de soledad, acompañando al viento en su travesía por un mundo en constante cambio. Y nosotros solo habíamos desafiado al hado embustero.
Su nombre se suma a una reducida lista de personas que han desaparecido sin explicación alguna. Las líneas de investigación aun no ha arrojado ninguna pista, pero yo se que su desaparición tiene que ver con nuestro secreto, todos los demás sujetos seguro también tenían esa característica. Los medios de comunicación han omitido esa información, siempre es igual. Es el miedo que se adueña de ellos.

11 de Junio de 2020
Esta tarde calurosa ella vendrá a mi, sacaremos del cuarto de terapia intensiva una camilla, la llevaremos a la azotea, y allí, tendidas en el lecho de tantos hombres, veremos juntas morir un día, acariciando nuestros labios desnudos, y al final, cuando el alba este por perecer caminaremos desnudas por los bordes del edificio, sonriendo para la vida, totalmente enamoradas. Amo la sonrisa de Ligeia, alma de todas mis vidas.




25 de Junio de 2020
Esta noche he soñado con ella, no puedo recordar nada, solo su sonrisa que se materializa en mis recuerdos, perpetuando la infinita tristeza que sacude mi alma, pero, y si no fue un sueño, y si aún sigue aquí.
Me aproximo a la lumbrera, perdiendo mi vista en estas calles que no tienen nombre, los he devorado creyendo que eran suspiros. Son quizás las dos o tres de la mañana, y aun la gente deambula fuera del hogar. Frente al hospital civil tres edificios se hallan; un sanatorio privado, un departamento para estudiantes y un local de AA, y pienso que nunca he visto hombre alguno penetrar o salir por la puerta de ese lugar, a esta hora es escalofriante el aspecto del pasillo de bienvenida, oscuro, sin luz alguna que le ilumine. Realmente dudo que alguien vaya a ese lugar, sin embargo hace muchos años que existe. Y mientras reflexiono en este hecho una mujer delgada sale de allí, la necesidad de Ligeia me hace confundirle, pero se que no puede ser ella, detrás de la mujer doce hombres más salen con paso lento, los hombres cargan unos costales, se dirigen juntos a la esquina de la calle Alarcón, todos toman diferente dirección. Me parece extraño, pero no es algo que me quite el sueño.

13 de Febrero de 2020
Es la tercera vez en la semana que salgo a la calle. Ligeia despierta deseos que creía muertos, me enamora su oscura cabellera que brilla impertinente con los rayos de luz, sus ojos son un estandarte pagano al que me postro a venerar, pero eso no es lo único que me asombra, puesto que es una pequeña caja de sorpresas, hoy por ejemplo, descubrí que también tiene un secreto, es innegable para mí, todo su cuerpo lo demuestra, sus facciones marcadas a donde estoy segura nace la extinta quimera.

20 de Mayo de 2020
Nací en el sur a donde los hombre sueñan, donde aun es capaz de confundirse la realidad con la ficción. Mi madre era una mujer singular que conocía muy bien la magia de la vida, mi padre era un viejo mago, podía arrancarle a cualquiera hombre un gesto de felicidad. Yo vivía entre polvos mágicos acumulados en montañas de libros, siguiendo los pasos de los inmortales, guardando en pequeños frascos la libertad del viento, y crecí, pero era tan feliz. Una tarde Padre desapareció, los hombres del pueblo lo hallaron muerto, con un gesto cocido al rostro. Madre no podía creerlo, y seducida por el miedo, emprendió la romería que nos llevo a escapar con dirección al norte. Aprendimos a mentir para sobrevivir, y así han pasado los años, viendo desaparecer a todos los soñadores. Madre también murió una tarde de Julio; Cansada de esperar un mejor futuro durmió el sueño de la muerte, pero no sin antes decirme al oído... que siempre buscara el equilibrio entre este mundo y los catadores de sonrisas.

10 de Julio de 2020
Soñaba, soñaba con todos los que han desaparecido, les veía libres, demostrando al mundo una realidad que no somos capaces de comprender, pero la voz de Ligeia me despertó, era ella que llamaba. Me asome precipitada a las ventanas, y lo único que pude ver fue a unos cuantos hombres salir corriendo del local de AA, pero de ella nada. Me quede unos minutos más allí, contemplando la imagen, creyendo todo esto un sueño lucido, más sin embargo le escuche de nuevo, no era un sueño, su voz se escapaba de aquel lugar de oscuridad, pero alguien cerro la puerta de un golpe alejando mis pensamiento a los suyos. Se que estas allí.

11 de Julio de 2020
Completamente segura estaba que nadie visitaba de día aquel lugar, así que decidí penetrar en el misterio. Si algo raro sucedía dentro, era más posible que tuviese la oportunidad de salir y pedir ayuda a cualquier transeúnte, aunque con mi apariencia cualquiera pensaría que estoy loca.
Baje silenciosa los escalones del hogar, salí con precaución por las ventanas que dan a la calle Emiliano Carranza. Rodeé la manzana, y en el momento que los pupilos transitaban acelerados hacia el colegio, me uní a su caminata, detuve el paso al hallarme frente al pasillo de bienvenida de AA, que de día no parece tan lóbrego, recorrí cada uno de los pisos, los departamentos, recamaras, incluso baños, buscando un rastro de Ligeia, pero el lugar estaba vacío, eso no podía ser, todo parecía tan normal, no obstante una voz familiar se escurrió hasta mi, le decía a alguien mas que por favor no lo hiciera, pero nadie respondía, irritada di vueltas en circulo, la voz continuaba solicitando clemencia. En el momento que fui capaz de identificar el lugar en donde ella estaba , le escuche gritar llena de agonía, por fin se oyó la voz de alguien más, era tan similar, que parecía que hablase consigo misma, pero esta tenía un toque de madurez, le exigía que sonriera, sus palabras eran frenéticas. Yo corrí hasta el jardín que había en la parte trasera del lugar, allí, entre la Jacaranda y el Framboyán había una puerta cubierta por enredadera, por lo que en un principio resulta difícil identificarle. Sosegué el paso para que nadie advirtiera mi presencia, jale la puerta con cuidado y de pronto me encontré dentro de un gran teatro, tapizado de grandes cortinas de terciopelo de color negro y rojo, las butacas se asentaban en una superficie ovalada, haciendo emerger de su centro la platea que era la única iluminada por una luz verde, regalando al espectador efectos psicodélicos, y allí, en medio, dos mujeres tan parecidas y a la vez tan diferentes, una colgaba de un madero recordándome a cierto símbolo religioso propio de la cristiandad, la otra realmente era deliciosamente hermosa, tenía en su mano izquierda una aguja, la misma que se utiliza en las autopsias. La mujer sujeto el rostro de Ligeia, y comenzó la espantosa operación, le exigía con la voz en alto que sonriera, mientras Ligeia gemía de dolor. En las primeras filas los espectadores contemplaban el hecho con una mirada morbosa. Y allí estaba yo, sin poder mover un solo músculo a su favor. Fue entonces cuando una voz masculina me susurro al oído “Bienvenido al club de las Almas Agonizantes. Necesitamos una imagen de su última sonrisa. No te sentirás mejor, pero no estarás tan sola. Aquí vivimos los locos y los poetas sin éxito”, sentí un escalofrío recorrer toda la extensión de mi cuerpo, puesto que no había nadie tras de mi, y como si todos hubieran notado mi presencia comenzaron a corear “Bienvenido al club de las almas… bienvenido al club…” de entre la multitud de voces solo pude distinguir las palabra de aquella, exigiéndole a una madre detenerse, ella por su parte concluyo el remiendo en su lindo rostro de diosa. Un hombre gordo se levanto de su lugar y camino hasta reunirse con ellas, le entrego a la más veterana una filosa estaca y sin premura alguna aquella la enterró en el pecho de mi amada.
Autómata busque la salida, para poder volver el estomago a la luz del día. Las lágrimas saladas ardían, me quemaban. Ligeia era hija de la Catadora de Sonrisas.




13 de Julio de 2020
No quiero recordar más, voy a olvidar hasta el mismo olvido. Espero con miedo el papel impreso que me comunique nuestra separación terrenal, espero la noticia que me informe que has sido hallada sin vida. Mi amada, preparare la carcajada que sacuda el espectro a tu progenitora; la risa estridente que resuene a la hora de su muerte.