Enlutar a mi viudas con tus besos,
olvidar la ponzoña del soltero,
masturbar el cerebro con excesos,
vomitar mis sonetos de abacero,
escribirte una rima por las noches,
desnudarte en las tardes de verano,
comulgar con tus miedos fantoches,
dibujar tu mirada con mi mano,
colonizar tu boca de princesa,
habitar la cabaña de tu vientre,
adornarte los pies con miel de fresa,
hacerte una canción a lo rupestre
pintar una sonrisa en tus ventanas…
estas son: las rutinas saborianas.
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