viernes, 9 de mayo de 2008

Epítome de una calaña

Fatiga:

Tengo una serpiente que sabe cocinar y por las mañanas me ausenta el hambre con el fiambre que dejan los espectros de la coladera al quitarse la ropa frente a las cucarachas.

No quedan recuerdos en el cajón de mis huesos;
los insectos que devoran mi sangre
se comieron los restos,
que tenía curtidos en vinagre.

Tengo una mosca que regala muertos a quien le lleve rosas frescas por la madrugada, cuando no existen los cometas y la luna despierta perfumada.

Soy el veneno que lamía tu lengua,
el animal herido que no duerme
y viaja al monte en su yegua
con una guitarra, dulce y deforme.

Tengo un poeta oculto en el armario, usa gafas negras, capa marrón y botas de musarañas. Antaño herrero, ahora gamberro que vive de sus palabras.

Si le hablas de Quiroga deja la copa,
se coloca la lengua para poder cantar,
coge su mandolina y se cuelga en su soga.
Ese viejo muerto no me volverá a espantar.

Nada peor que despertarse con la boca llena de besos apestosos de ajenjo. Con las piernas hinchadas, el estómago revuelto y el cuerpo envuelto… en otro cuerpo.

Tengo un espejo que te lleva al mundo de los faunos, donde tocan rock n roll los muertos y Sodoma es una puta sin dueño.

Tengo un corazón hueco para que lo llenes de cuervos.

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