¿Cómo vencer al miedo que escayola
tu corazón con gritos disfrazados
de primeros auxilios y forrados
con el canto del látigo sin cola?
Yo quiero darte una estola
de amores y suspiros afianzados
en aquellos latidos aferrados
al rubor de tu diástole de Lola.
No le pongas sordina a tu cariño,
que amar no es un acto para el nulo
y párvulo caló del disimulo.
¡No le pongas sordina a tu cariño!
Quiéreme sin temores clandestinos,
entrégate sin miedos viperinos.
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