Teniendo solamente un libro con las solapas desgastadas y un título añejo el emisario de la nada se embarcó hacia su próximo reto. Enfundado en un par de botas de serpiente y un chaleco negro con la imagen de una calavera en la espalda se sentía el sicario que los malditos estaban buscando.
Émulo de cincuenta y muchos con los bigotes cubiertos de vino reseco y la piel maltratada por las arrugas de una vida compartida con Miseria. Tenía toda una muerte por delante y una vida que dejaba olvidada en las cantinas del viejo pueblo.
Caminaba sin mirar por dónde ponía los pies y repetía las viejas canciones mexicanas que escuchaba en los bares de Tijuana.
-Camino y camino y nada…
El sol le acariciaba la cabeza maltratada y la arena le escurría tiempo entre sus botas gastadas.
-Camino y camino y veo a las hadas disecadas.
Tenía por destino el camino a la nada.
Cuando llegó allí colgó una soga del árbol más hermoso y se colgó temeroso.
Los cuervos devoraron ese cuerpo viejo que no sabía a nada.
1 comentario:
"Camino y camino y nada"
belleza de letras...pude verlo deambulando cerca de mi, antes de dirigirse hacia su destino...
gracias por escribir Daniel
Miss Malerige Rupestrinski
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