sábado, 25 de julio de 2009

Fantasmas


Me gusta tomar cerveza helada y hablar sobre la atorrancia. Me gusta el olor de la madrugada y el fulgor arrebolado del atardecer.

Me gusta escribir y desnudar mis letras a los ojos ávidos de palabras.

Libros, pinturas, juguetes, viajes, bares, música… los fantasmas.

Hace 10 años comencé escribiendo cuentos sobre espectros y seres anormales. Los espíritus que habitaban en la casa vieja en el centro de Comitán me educaron de manera indirecta y me hicieron más sensible al tema.

Moraban en las habitaciones, en la vieja bodega, en los zaguanes, sobre las pilas de leña y algunos deambulaban por el sitio. Esos eran los peores. Eran feos y tenían la pinta de vagabundos y no hacían más que estar echados sobre el monte lanzando groserías cuando pasaba por ahí.

Si iba acompañado no podía verlos sólo sentirlos y por la noche no podía salir solo al baño porque de alguna manera se transfiguraban en algo horrible que aún no puedo describir con precisión. Nunca los vi a luz de luna, pero de alguna manera sabía que se transformaban en algo que no era bueno. El sólo hecho de pararme a unos metros de la puerta que daba al sitio me hacía sentir mareos y las piernas comenzaban a temblarme.

Es como saber que en la habitación de al lado está un asesino con un puñal afilado esperando a que entres para hacerte pedazos.

Los otros ni eran buenos ni malos, simplemente vivían con nosotros en una vida paralela que hasta ahora voy asimilando. Solamente supe el nombre de uno de ellos. Era viejo y tenía la mirada penetrante y las vestimentas elegantes.

Apolinar San Cristóbal.

Don Apolinar siempre salía temprano a la calle y regresaba exactamente a las seis menos cuarto de la tarde. Su paso siempre era apresurado. Se metía a la bodega y no salía hasta el día siguiente.

Todos eran hermosos y las mujeres muy robustas y con pinta de extranjeras.

Los niños se escondían detrás de los pilares cuando pasaba cerca de ellos y algunos hacían su guarida en un estante apolillado donde mi abuela guardaba revistas y periódicos viejos.

Siempre creí que era parte de mi imaginación o por las historias que me contaban pero eran reales.

Las casas de mis compañeros también tenían fantasmas pero no sentía nada peculiar con ellos. Una vez vi a la madre de un amigo asomándose por su habitación para vernos. Hacíamos tarea en equipo y yo estaba recostado en su cama leyendo un libro.

Apareció con una sonrisa tímida, vio con ternura a su hijo y se fue. No reparó en nadie más.

Ella había muerto un par de años atrás.

Nunca se lo dije a nadie.

Dentro de esta casa no hay fantasmas y en las calles sólo hay pasos. En la esquina hay un crucifijo viejo que pusieron los vecinos muchos años atrás para protegerse de los espectros.

El único contacto que he tenido es con mi abuela y ha sido solamente una vez:

Yo estaba en mi habitación de madrugada y ella había muerto 6 meses atrás. Comenzó a llamarme y con paso presuroso fui a su habitación, ella estaba sentada en el sillón de siempre y con un suéter verde que usaba a menudo. Cuando me vio extendió sus brazos y comenzó a reír. Corrí a abrazarla. Estando aferrado a ella me dijo que no me preocupara que ella estaba bien con el abuelo y con los demás. Que nunca tuviera miedo y que no volvería más para no asustarme.

Después de ese encuentro me sentí más tranquilo pero efectivamente ella no ha vuelto.

Por su habitación siento pasos y presencias pero se van muy rápido.

¿Será que ella los aleja?

Sólo hay arañas, malévolas arañas.

Me gustan los fantasmas y hace mucho que no veo a ninguno.

¿Aún vivirá en la casa vieja Don Apolinar?

Debo volver allí y saber si aún puedo caminar con los muertos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Unos cuantos fantasmas para endulzar la noche, el tiempo le va dando un sabor más delicado a las visiones y también las hace más escasas.
Algunos fantasmas nos lanzan piedras a la ventana, otros nos sacan de la cama para volver a caer en ella repentinamente.

Una vez me habló al oído, no dejó que me despertara o me moviera, hablaba tan rápido que no podía entender todo pero me regaló una visión, del día siguiente. Solo pude ver su cabello rubio y sus ojos oscuros. Al siguiente día conocí a la persona de su visión y bajé del autobús.

Si era un fantasma no se donde vive, ni por qué hablo conmigo.
A veces trato de volver a esos estados, pero embebida como estoy de las tonterías actuales me cuesta trabajo dejar de pensar y ponerme a escuchar.

Malerige dijo...

tu relato me ha traido tantas cosas a la mente....como que hace casi cinco años yo publique por ahi un escrito sobre una niña muerta que fue el medio para establecer contacto tu y yo.....

como que esa niña(muerta, duende o similares?) en realidad si existia en mi habitacion y gustaba de tararear una cancioncilla y de espiarme por las noches desde el borde de mi cama...

como que ademas a ciertas apariciones les gustaba mencionar mi nombre de pila una y otra vez hasta enloquecerme (quiza a eso debo el haber buscado un pseudonimo)....

como que en la casa de mi abuela un dia al tratar de ir al baño un fantasma de aspecto infernal salto sobre mi provocando que por mis piernas escurriera un liquido ambarino....

como que no tuve la dicha de una despedida como la que tu tuviste con tu abuela. Y aunque nunca me ha sucedido despierta, ella ha vuelto en sueños muchas veces desde su muerte hace 10 años, pero siempre pasa que las personas en mi sueñe me ruegan que me esconda pues afirman que mi abuela ha venido para llevarme al lugar donde reside.....

solo una vez pudimos hablar y me dijo que, en efecto, estaba muerta pero que había pedido encarecidamente que la dejaran venir a verme (una tía me arrebató de sus brazos aquella vez)

ya no se que creer al respecto.....

Miss Malerige Rupestrinski
[y aun siguen nombrandome]

Vakente dijo...

DE la mente fugaz, del estribillo burdo y grasiento, que adormece mis labios, de la lujura suave y grotesca, de ahi mi querido crupier calavera, de ahi llega un mensaje, fragil y robusto como un trago de licor, como el beso que nunca te dare, y mas aun, mas crudo y surrealista que una borrachera que te espera en este pequeño cabaret ambulante, mi hogar y madriguera de tus viajes, aqui te espero mi querido compañero de cebadas...

Anónimo dijo...

¿Y Capo?