Tenía fama de comemierda pero no me importó. Siempre me han gustado las personalidades que no se apegan a las manualidades de un mundo propenso a los eufemismos sociales.
Fuimos a beber cerveza en una esquina muy cerca de su casa y mi mano un tanto borracha buscó apoyarse sobre las piernas largas ocultas por una falda de manta bordada con cucarachas.
La palma de su mano derecha se estampó con sorna y gracia sobre mi estampa de galán y sus labios se incrustaron en los míos con un fervor seguramente provocado por el alcohol.
Su lengua sabía a lo que huelen los ceniceros mezclados con cerveza y chicles de menta. Su rostro olía a perfume de niña y sus cabellos a jabón con un poco de sudor.
De su bolso sacó una servilleta y me apuntó su nombre con un rímel que apenas logró su misión.
-Antes de buscar bajo suerte las bragas harías bien en preguntar el nombre de quien embriagas.
Se bajó tambaleando a vomitar toda mi inversión de la noche.
Jamás pensé que tuviera un nombre tan peculiar dentro de lo vulgar.
1 comentario:
jijiji divertidillo....
un cuento verdadero, cada noche actuado por cientos y cientos....
letras deliciosas como siempre...para una sopa
besos
Miss Malerige Rupestrinski
[The Malvada...alonesisima]
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