lunes, 23 de agosto de 2010

Intento de metapoesía de un advenedizo principiante (en respuesta a La dama enjaulada)

Metapoema enviado por el Ing. Xavier González en respuesta a La dama enjaulada:


Creo, mi querido amigo Daniel, que coincidiremos en que cada vez escribes mejor y te sientes más desahogado con tu pluma, aunque a veces tú mismo la usas para hacer sangrar aún más el estigma en las palmas de tus manos...

Te confieso que esto de la dama enjaulada, que me acabas de enviar, me hizo recordar la película del Cubo mientras imaginaba a esta ansiosa mujer revisando su jaula más evidente...

Vi, desde mi perspectiva, una sucesión interminable de jaulas que envolvían a la aparentemente única jaula de su matrimonio... Toda una mandala de laberintos con paredes color amarillo amargura, que cualquier monje tibetano vería desde lejos, aún sin el estímulo de tus ideas.

Vi en sucesión, la jaula de ser mujer en un mundo de hombres, la de su necesidad de “realizarse” que le inyectó una amiga feminista, envuelta en la de la sumisión que le construyó su madre y en la de la fe a ciegas que le diseñaron muy a propósito en la escuela y el catecismo.

Y luego vi la jaula de su ciudad grande, una jaula con barrotes de oro por su afán de tener “mayores oportunidades”, la jaula de la contaminación a la que todos los días contribuye con sus bolsas de plástico, perfectamente encajada en la jaula del consumismo que la mantiene en lucha eterna con todos los acreedores a su alcance... Luego, la jaula de la indiferencia a la tragedia humana a fuerza de ver y verse en el espejo de televisa, la jaula de la pobreza de su vecino de la cual tiene “pena ajena” sin darse cuenta que ella también está dentro, la jaula de la responsabilidad compartida por la homofobia cuyo cancerbero es un gordo pintado de púrpura que vomita bilis y corrupción en tu Guadalajara, envuelta en la de la pederastia que vigila un loco a quien le apodan algo así como “perberto”. Todas estas jaulas estaban inmersas otra inmensa jaula líquida que los globalifóbicos llaman perdición...

Luego comencé a pensar en el gigante que juega a las canicas con nuestro sistema solar, pero mejor le paré porque tengo que seguir ampliando mi jaulita digital con teclado y demás chunches, para poder respirar mejor... Y, siendo honesto, también lo hice por salud mental, pues ya empezaba a sentir el vaho de la dama enjaulada en esta habitación.

Pero, bueno, te puedo asegurar que efectivamente vi a esta pobre mujer tratando de encontrar la forma de salir de la jaula, sólo para encontrar que estaba en otra y otra. ¡Coño, qué desesperación!

Y, ¿para que te sigo contando? si tú ves más jaulas que yo, bien cómodo desde tu sillón privilegiado hecho a base de colillas, adrenalina y éter...

Ya nos contarás, estoy seguro, de tu aventura atravesando y construyendo jaulas... como ésta ‘sencillita’ -como diría el Beto-, que te acabo de regalar.

Xavier

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