lunes, 1 de junio de 2009

De algunas madrugadas

Despierto con el cuento hirviendo tratando de enterrar mi cuerpo en la piel desnuda del colchón.

Mi mente ha divagado toda la noche en el recuerdo dulzón del olor de tu cuello, en el sabor de tu sonrisa, en la miel de tu saliva.

Esos extensos besos que laceran mis labios. Donde las lenguas hacen el amor en un lecho de saliva.

¡No encuentro compasión ante este fuego que consume a mi cuerpo!

La ropa me destruye la piel.

¡Sálvame!

Arráncame la camisa y escurre tus dedos de menta en una piel hambrienta y sedienta de tus delicias.

Naufrago en el mar de sábanas sin encontrar esa isla fértil de tu cuerpo.

No encuentro la luna de tu mirada y la magia injusta de tus palabras.

Sé muy bien que tú al igual que yo, despiertas en medio de la penumbra buscando otra piel que te quite la sed y el deseo.

Despierto con el cuerpo hirviendo y sólo se lo cuento al colchón, al papel y al tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Perfecta descripción. Te introduces en la mente de todos. Quién no ha sentido esa sed en una noche silenciosa. Bendito profeta... perdón poeta.