miércoles, 20 de agosto de 2014

El vengador


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No es que quiera hacer justicia por mi propia mano, no, sólo quiero pasar un buen rato antes de que el sueño me deje inconsciente, tirado y vulnerable a los pies de un reloj que da vueltas comiéndose al tiempo.

Soy el vengador y me vengo.

Dejo caminar la imaginación -porque la mía camina- no tiene alas.
Dejo que recorra los páramos de las sábanas imaginando que esa piel de algodón no es más que un buen trozo de espalda de alguna fulana que me invento, como invento los cuentos, a la justa medida de mi desesperación.

Así se va la madrugada:
escuchando perros aullar, gente atacada por la carraspera, amantes buscando sombra como arañas trashumantes, escuchando una voz de gata mientras la imagino vestida    -tan sólo- con las alpargatas enrolladas en sus bragas verdelimón haciendo surcos de amor en la cabecera de mi cama.


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