No es que
quiera hacer justicia por mi propia mano, no, sólo quiero pasar un buen rato
antes de que el sueño me deje inconsciente, tirado y vulnerable a los pies de
un reloj que da vueltas comiéndose al tiempo.
Soy el
vengador y me vengo.
Dejo caminar
la imaginación -porque la mía camina- no tiene alas.
Dejo que
recorra los páramos de las sábanas imaginando que esa piel de algodón no es más
que un buen trozo de espalda de alguna fulana que me invento, como invento los
cuentos, a la justa medida de mi desesperación.
Así se va
la madrugada:
escuchando
perros aullar, gente atacada por la carraspera, amantes buscando sombra como
arañas trashumantes, escuchando una voz de gata mientras la imagino vestida
-tan sólo- con las alpargatas enrolladas en sus bragas verdelimón haciendo surcos de amor en la
cabecera de mi cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario