El frío de la mañana se me antoja
para darte un abrazo milenario
y perderme en el fuego que se aloja
en tu mansión de besos de canario.
A las barbas del sol les falta el brillo
que hay en tu corazón de relicario.
A las barbas del sol les falta el brillo
de tu mirada azul de mercenario.
Dame un abrazo, dame unos minutos
entre tu corazón y sus latidos.
Quítame el frío otoñal entre tus dedos,
dame aquella mirada endulzada
con los cantos melódicos (y astutos)
del resplandor magenta de las hadas.
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